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En marcha privatización clubes de baloncesto

La Liga Nacional de Baloncesto (LNB) tiene en marcha un programa de privatización de los clubes del baloncesto superior.

 

Por: Rafael G. Santana

 

Para esos fines realizan contactos y consultas a los dirigentes de los clubes que tienen franquicias e instalaciones donde se puedan celebrar juegos. Los propietarios de los equipos de la Liga Nacional de Baloncesto buscan captar las fanaticadas que tienen los equipos tradicionales categoría superior: San Lázaro, San Carlos, Mauricio Báez, Los Mina y los nuevos Huellas del siglo, Bameso, Villa Francisca, entre otros.

 

Esta iniciativa buscar llenar el vacío en cuanto a seguidores que tienen los equipos de la referida liga. Se pretende de esa manera conseguir el apoyo social de los barrios y los fanáticos de los equipos de los clubes, cosa que no tienen los profesionales de la (LNB).

 

El movimiento clubístico creado con base a los principios de luchar contra el vicio, la corrupción y la ignorancia impulsando la masificación de los deportes, el arte y la cultura ha sido asaltado por una burocracia cuyo accionar es buscársela a como de lugar, y para ello se enrolan a los clubes convirtiéndolos en ONG.

 

Estas ONG se limitan a retirar partidas de dinero que tienen asignadas en el Ministerio de Deportes; Ministerio de Educación; de la juventud y los cabildos. Los clubes ONG se manejan como colmados, supermercados y empresas sacándole beneficio sin importarle que pasa en los barrios.

 

En los medios de comunicación la ausencia de notas de prensa de los clubes preocupados por los problemas sociales: consumo de drogas, micrótrafico, los asaltos, atracos, sicariato, recogida de basura, enfermedades y otros males, es algo normal porque lo raro sería que se pronunciaran.

 

La indiferencia de los dirigentes de los clubes permite la multiplicación de los puntos de ventas de drogas, de los colmadones y los llamados centros de diversiones. Sobre este terreno movedizo se sustentan los clubes que no existen como tales, sino de nombres o franquicias.

 

La privatización de los clubes camina sigilosamente en medio de la complicidad de quienes abjuraron de los principios que les dieron origen.

 

Desde esta tribuna doy la voz de alerta, es lo único que puedo hacer consciente de que una golondrina no levanta verano, y que consumado está porque paleta mató a menú.

 

Quienes defenderán el patrimonio barrial y social de los clubes.

 

Esperemos a ver.

 

 

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