Por: Maguá Moquete Paredes
Los romanos de aquel tiempo, quienes empleaban la cruz para representar a sus dioses. Más tarde, unos trescientos años después de la muerte de Jesús, el emperador romano Constantino adoptó la cruz como símbolo para su ejército, y después, quedó ligada a la iglesia cristiana.
Dios nunca había aprobado que usaran símbolo alguno en su adoración y que los cristianos debían huir de la idolatría (Deuteronomio 4:15-19; 1, Corintios 10:14). Dios es un espíritu, invisible para los humanos. Los primeros cristianos no usaban objetos o símbolos visibles que los hicieran sentirse más cerca de Dios.
Más bien, ellos adoraban a Dios con espíritu, guiados por su espíritu Santo invisible, y con verdad, en armonía con la voluntad de Dios revelada en las Escrituras (Juan 4:24).
El amor que el Cristo tiene nos obliga, -en la Biblia está- porque esto es lo que hemos juzgado, que un hombre murió por todos; para que viven no vivan ya para sí, sino para el que murió por ellos y fue levantado (2 Corintios 5:14,15).
Por lo que se suscribe, que “los verdaderos adoradores adoran al Padre con espíritu y con Verdad” (Juan 4:23). La Biblia, escribe, que los cristianos están en deuda con Jesús, pues, gracias a su muerte pueden obtener el perdón de sus pecados, acercarse a Dios y recibir vida eterna (Juan 3:16; Hebreos 10:19-12). Dios, Cristo, cruz y fe, son bálsamos de redención y vida de bien en la renovación espiritual.