Entre las posibles motivaciones de la conjura que culminó con el ajusticiamiento del tirano, estuvieron, entre otras, la necesidad de un nuevo régimen de carácter democrático ante el agotamiento del viejo modelo trujillista. Esta idea estaba impulsada por el giro de la política internacional. Trujillo había perdido su utilidad práctica en el Caribe a partir del triunfo de la revolución cubana.
Ya venía debilitado con las caídas de otras dictaduras, como fueron los casos de Perón en Argentina (1955), Rojas Pinilla en Colombia (1958), Marcos Pérez Jiménez en Venezuela (1958), Fulgencio Batista en Cuba (1959).
No comprendió Trujillo que el escenario político e histórico había cambiado sustancialmente, lo cual posibilitó su terquedad y torpeza en el manejo del Estado. Involucró al propio Estado dominicano, confundiendo la institución magna con las pasiones y emociones individuales; los agravios los asimiló como afrentas al país, desconociendo la separación de su condición de dictador y la de jefe o responsable político de una nación, por ello, secuestró al profesor vasco Jesús de Galindez, en pleno centro de la ciudad de Nueva York, en una arriesgada operación que involucró a ex agentes del FBI y de la propia CIA estadounidenses, pretendiendo poner en ridículo la seguridad nacional y los límites soberanos de esa nación.
El secuestro de Galindez no pudo proceder de un estadista ni de un caudillo brillante, sino de un ser marcado de complejos y deficiencias graves en su personalidad. En el año 1957, patrocinó y dirigió el asesinato del presidente de Guatemala, Carlos Castillo Armas, en otra acción de reacción infantil agravada por la perversidad del homicidio. Trujillo, quien había ayudado a Castillo Armas, en su golpe sedicioso contra el gobierno constitucional del presidente Jacobo Arbenz en 1954, le reclamaba a éste la condecoración de la medalla del Quetzal, la más alta distinción que otorga ese país a un ciudadano por sus méritos y aportaciones.
Al no ser correspondido, exigió el pago de las armas que le había enviado para fines subversivos usando a canallas como Johnny Abbes García, para que ejecutara la acción en coordinación con grupos disidentes del gobierno guatemalteco.
En julio de 1959 dirigió una invasión contra Cuba, que resultó ser un sainete, ya que, parte de la gente comprometida con dicha invasión se burló de él, en combinación con Fidel Castro. En junio de 1960 atentó contra la vida del Presidente Rómulo Betancourt, concitando el repudio de la comunidad internacional y la aplicación de sanciones comerciales y diplomáticas de parte de la Organización de Estados Americanos. Estas sanciones aislaron a Trujillo y revirtieron toda tendencia complaciente con su régimen. Pienso que los héroes del 30 de mayo de 1961 fueron alentados por esos acontecimientos y el agravamiento de la crisis social y económica del país. El enfrentamiento con la Iglesia Católica, toscamente manejado por el régimen, ante el develamiento del movimiento clandestino 14 de Junio, y la muerte salvaje de las hermanas Mirabal, fueron factores decisivos en la toma de decisión del tiranicidio.
La presión de Estados Unidos, el plan de la CIA, concebido para estimular su desaparición, suspendido por el presidente Kennedy, una semana antes del 30 de mayo, también fue un elemento positivo en la acción justiciera.
¿Por cuáles razones los conjurados no explicaron ni escribieron su plan de gobierno, supuesto a ponerse en acción de inmediato, con el apoyo de la comunidad internacional?
El “Manifiesto” que debió leer el doctor Ángel Severo Cabral, según algunos, contenía los lineamientos ideológicos y políticos del nuevo gobierno. ¿Dónde está, quién lo tiene? ¿Quién recuerda algunas de sus ideas?