Por Rafael G. Santana
La multinacional del narcotráfico para sus operaciones en América Latina, el Caribe, Centroamérica, Europa y Asia tiene a sus servicios: Periodistas, abogados, fiscales jueces, empresarios, industriales, importadores, exportadores; jefes policiales, militares, agentes de aduanas, partidos políticos, dirigentes políticos y todo lo que necesite.
Las Repúblicas de Colombiana, México, República Dominicana, Jamaica, el Estado Libre Asociado de los Estados Unidos de Norteamérica, Puerto Rico, Panamá, Haití, España y otras son un ejemplo de la capacidad de esta estructura criminal.
En cada una de esas naciones el narcotráfico que es la base de la pirámide del crimen organizado integrado además, por los viajes legales e ilegales y el terrorismo tiene una organización compartimentada que se encarga de la producción, el transporte marítimo, aéreo, el almacenamiento, el pago de la impunidad, de los cobros de deudas pendientes (sicariato) y del estamento de alta política, entiéndase ministros, altos funcionarios, esferas de poder gubernamental, de la inteligencia y soportes de la sociedad.
Los expertos de las Naciones Unidas estiman que anualmente el narcotráfico genera 500 mil millones de dólares, y solamente en 1985 ese organismo internacional hizo saber que para comprar de autoridades gubernamentales, fiscales, jueces, policías y militares se destinaban 100 mil millones de pesos. No hay que dudar la presencia de narcotraficantes en las campañas electorales del Continente y el mundo financiando partidos y candidatos a la presidencia.
La República Dominicana tiene dos casos de narco política de alto calado: El de Quirino Ernesto Paulino Castillo (El Don) ex capitán del Ejército Nacional y de David Figueroa Agosto.
Un hermano de Quirino declaró que su pariente había financiado las campañas del Partido de la Liberación Dominicana (PLD); Partido Revolucionario Dominicano (PRD); Partido Reformista social-cristiano (PRSC) y otros pequeños. Nadie, pero nadie dirigente o simple militante de esos partidos dijo nada, sino que callaron.
Recuerdo que en la gestión del entonces coronel Rafael Guerrero Peralta, presidente de la Dirección Nacional de control de Drogas (DNCD) se ocuparon en un local donde funcionaba un comando de campaña el, PLD más de 10 kilos de cocaína, en Ciudad Nueva y en Capotillo en otro local del PRSC más de 15 kilos de esta misma droga.
En mi calidad de Relacionador Público de la DNCD consciente de que el narcotráfico infiltra sus capos y participan en las campañas para encubrir sus operaciones evitando que las autoridades intervengan vehículos o locales, le sugerí que se entregaran los locales donde estaban los comandos de campaña para no exponer a la institución a un debate político partidario y que se procediera como se hizo a someter a la justicia a los traficantes que usaban esas casas.
Estos dos grupos apresados con los cargamentos se enviaron a la justicia. Otro caso, fue en la gestión del vicealmirante Julio César Ventura de Bayonet, donde se ocuparon varios kilos de cocaína y un kilo de crack, la cocaína en una camioneta del comando de campaña de la doctora Milagros Ortiz y el crack en una vivienda de uno de sus coordinadores.
La doctora Ortiz Bosch una dama distinguida, honrada y de una estirpe moral a todas luces brillante como el diamante no sabía nada de eso, sino quienes abusando de un partido usaron el vehículo para sus actividades delincuenciales. Ahora, surge el caso de dos puertorriqueños apresados en la carretera de San Marcos, Puerto Plata con dos kilos de cocaína que transportaba en ana jeepeta marca Hammer, H-2, color blanca, placa número G-214673 con dos kilos de cocaína. Este vehículo tenía un letrero que decía “Boricuas Con Papá”. Se repite la historia de usar un letrero de un partido para encubrir el transporte de drogas. Este último caso tiene algo muy particular, es que son dos boricuas que por ser extranjeros no tienen que participar en una campaña electoral ni mucho menos promover a “Papá”, es decir a Hipólito Mejía Domínguez.
Por su trascendencia el hecho de los boricuas pasa a ser un tema político y partidario de campaña.
Lo correcto es que los partidos fijen posiciones firme frente al combate del narcotráfico plasmándolo en sus programas de gobiernos; que tomen medidas para evitar el uso del dinero proveniente del tráfico de drogas y no politicen la lucha contra el narcotráfico. Todos los partidos tienen sus narcotraficantes preferidos y estos se ponen al descubierto cuando son apresados.
Así son las cosas.