Por Rafael G. Santana
Existen elementos que no califican para llamarse gente.
Cuando esta persona escribe por Internet, habla por la radio, la televisión y en publico infecta el medio ambiente porque su podredumbre es tal que envenena el aire. Por ahí anda un saltipaquin de la política y la cultura que dice ser crítico de arte. Y dicen que le gusta medrar en el poder.
Dicen que es un experto en saltar de un partido a otro cuando está en el gobierno. Si no lo complacen recurre al terrorismo verbal.
Dicen que algunos pintores lo esperan para que devuelva o pague obras que se llevó. Dicen que tiene experiencia en insultos y pasquines. Es todo un truhán que exhibe una sonrisa cínica e hipócrita. Se vende de intelectual cuando en realidad es un camaleón que se alimenta de los gobiernos. Dicen que es un oportunista sin límite capaz arrastrarse en busca de un cargo.
Dicen que es un cazador de riquezas que no soportan una auditoria moral. Es un ser despreciable por la doble moral que exhibe. Le gusta los vinos y los momentos solamente él disfruta por la deshonra que encierran. Escribir sobre este personaje produce nausea. Su estatura se mide por la pestilencia social que proyecta.
Que hacer como diría el gran Lenin frente a este degenerado que pulula en la política y ofende la cultura. Además esta decir que Jimmy Sierra, el hijo meritorio de Villa Juana es honrado más allá de la verdad. Y punto.