Por Rafael G. Santana
Hace 20 años las fuerzas tenebrosas del Estado desaparecieron del territorio dominicano al profesor, periodista y comunicador Narciso González.
Este hecho bochornoso jurídicamente no puede calificarse de crimen porque no se ha establecido como tal, sino una desaparición en medio de una crisis política generada por los resultados electorales calificados de “un fraude monstruoso” por el candidato presidencial y líderes de líderes del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) el doctor José Francisco Peña Gómez.
Los dirigentes estudiantiles agrupados en el Comité Permanente 9 de Febrero del 1966 que conmemora el ametrallamiento de los jóvenes de las escuelas intermedias, liceos y de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) acuñaron el lema “que no se repita”. Este mensaje tiene un gran significado que encaja perfectamente en la desaparición de Narciso González.
El país, en particular la UASD, los estudiantes, las asociaciones profesionales, los sindicatos; las Juntas de Vecinos; el Colegio Dominicano de Periodistas (CDP); el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP); amas de casas, asociaciones campesinas y los sectores que aman la libertad y los derechos humanos tienen que unirse en una jornada nacional de vigilias, asambleas populares, exhibiciones de fotografías; difundir el último artículo de la Revista La Muralla y el video donde Narcisazo condena el fraude electoral y llama a la desobediencia civil.
En este artículo y el video de la UASD podría encontrarse elementos para llegar a los posibles responsables de este acontecimiento que lacera la dignidad humana y la convivencia pacifica. Nadie sea autoridad o quien sea tiene derecho a eliminar a una persona por lo que diga, escriba y opine.
El caso de Narcizaso jamás debe ser cerrado, sino investigado para establecer responsabilidades y que un tribunal se encargue de aplicar la ley con equidad, transparencia y responsabilidad. Todo parece indicar que solamente el arrepetimiento de una persona que confiese todo lo ocurrido como lo hizo el ex general Isidoro de los Santos en el caso del periodista Orlando Martínez, puede esclarecer esto. Ojalà aparezca esa persona previa garantìa de su vida y la protección de sus familiares. No hay de otra porque los investigados hasta el momento no arrojan datos por una razón muy sencilla: temen al poder de la autoridad que encubre la impugnidad. Demás está decir que nadie se va a inscriminar rompiendo el cádigo del silencio que siempre impera en este tipo de acciòn carvenaria y criminal.
El gobierno de Danilo Medina, tiene un reto haciendo lo que nunca se ha hecho de descubrir a los autores sea intelectual o material de la desaparición de Narcizaso.
La señora Luz Altagracia (Tati) Ramírez compañera y esposa de Narciso junto a sus hijos libran una batalla en busca de justicia. No se puede dejar que caminen solos, sino apoyarlo porque el pueblo unido jamàs será vencido.
Que no se repita el caso de Narcizaso.